Ernesto del Palacio Saiz es ingeniero informático. Tras dos años de trabajo en Deloitte, decidió dar un giro a su carrera y mudarse a Dinamarca para cursar un máster en Emprendimiento Tecnológico en la DTU, la principal universidad técnica del país.
Desde entonces su trayectoria ha estado marcada por la innovación, el riesgo y la construcción constante: ha trabajado en diversas startups como especialista y gerente de ciberseguridad, fundó su propia empresa —que reconoce fracasó rápida y estrepitosamente— y hoy compagina su rol como ingeniero preventa en una compañía de identidad digital con su propia consultora de software y entrenamiento personal.
¿Qué te motivó a unirte a la Red?
Me atrae la idea de conectar con personas que comparten raíces, pero que están construyendo proyectos fuera. Cuando llevas años en el extranjero, valoras mucho encontrar gente que entiende de dónde vienes y, al mismo tiempo, comparte esa inquietud por mirar más allá.
Busco colaboraciones a largo plazo con personas que no se queden solo en la idea. Gente que entienda que los mejores negocios nacen del contraste: la ejecución nórdica combinada con el ingenio mediterráneo.
Y si de paso encuentro socios para aventuras épicas entre España, Dinamarca y otras regiones, mejor aún. Últimamente tengo la mirada puesta en África…
¿En qué área crees que puedes aportar valor a los miembros de la Red?
Puedo ofrecer una perspectiva poco común: he aprendido a emprender en un ecosistema donde fracasar forma parte del proceso, no es una tragedia. Aporto una red de contactos en startups tecnológicas, conocimiento del mercado nórdico y, sobre todo, la capacidad de hacer de puente entre dos formas de trabajar. Porque a veces lo que un proyecto necesita no es más metodología, sino alguien que te diga las cosas claras y te ayude a ejecutar sin perder el tiempo.
¿Qué echas de menos de Valladolid o de tu vida allí?
Echo de menos la dieta mediterránea, las legumbres que cocinan mis padres, el lechazo y el cochinillo. También la fruta fresca y esas carnicerías de barrio que crían su propio ganado. Aunque no tengo planes de volver, siempre busco excusas para visitar la ciudad más a menudo.